Recuerdo muy bien aquellos días, donde la sonrisa en su rostro me contagiaba, haciendo que fuera la niña más feliz del mundo, no podré olvidar todo lo que pasé con él. A pesar de mi corta edad en esas fechas, estaba segura de que era mi mejor compañía.
Gracias a él mi infancia tenía color, siempre fue mi modelo a seguir y mi más grande héroe. Todos los recuerdos con él son mis favoritos, lamentablemente ahora son solo eso, recuerdos. Me demostró su amor y cariño día con día.
Mi mejor recuerdo, cómo olvidarlo, ese momento donde llegaba a verte y estabas ahí, sentado en una pequeña banca, con tu bastón a un lado, tal vez un poco cansado, pero yo era tan pequeña que no podía verlo. Solo podía pensar que debía hacer algo para verlo alegre. Mi mejor idea era hacerle de comer. Y sí, me ponía manos a la obra y le cocinaba con las hojitas de ese árbol grande y voluminoso, que tenía un color verde radiante. Yo, sin saber hablar muy bien aún, tartamudeaba que su comida era "pollo en salsita velde" sí "velde". Él para verme feliz hacía que comía lo que le cocinaba. Esto se volvió una costumbre y era mi juego favorito.
Un día ya no supe de él, solo observaba como todos en casa se veían preocupados y tristes, resulta que había enfermado y ya no podía estar en casa.
Desde el hospital pedía verme, poder estar conmigo, tal vez presentía que ya no estaría más y su última petición era despedirse de mí. Lamentablemente no pude ingresar al hospital. Llegó su último día, ya se encontraba sin fuerzas, más sin embargo parece que fui su pequeño tesoro y seguía anhelando verme, o quizá solo tenía miedo de dejarme sola, pues su última palabra antes de quedarse sin aliento y morir fue "Ay mi Mary".
Cada vez que vuelven a contarme esa historia, se forma un nudo en mi garganta, pues el sentimiento que causa es indescriptible. Solo puedo pensar en lo tanto que me gustaría que estuviera aquí, poder abrazarlo, poder conversar y cocinarle de nuevo.
Podrán pasar miles de años, pero nunca voy a olvidar aquel día que decidiste irte para siempre, para ya no volver nunca más, aún me sigue costando creer que te perdí para siempre.
Hay historias de amor que nunca terminan
Que se esconden tras la vuelta de tu esquina
Que bailan sobre un sólo pie
Que reman con un remo, que beben sin sed
Hay espacio, hay dolor, hay deseo
Corazones en el aire llenos de agujeros
Hay besos compartidos
Robados, elegidos
Mil señales de humo entre amantes perdidos
Amores de un rato, sin tiempo ni trato
Leyes de gravedad sin caída
Cicatrices sin heridas, despedidas bienvenidas
Que suelen caminar por la misma avenida
Hay tanto a elegir
Y tú y yo aquel día, coincidir
Coincidir, coincidir
(¡Eh!)
Era tu historia
Se cruzó con la mía
Tanta gente, tanta gente hay fuera
Y coincidir aquel día
Era tu historia
Se cruzó con la mía
Tanta gente, tanta gente hay fuera
Y coincidir aquel día
(Coincidir)
Hay historias al borde del precipicio
Que se buscan en los baúles de un principio
Hay noches sin sofocos
Lágrimas sin princesas, ni espejos rotos
Hay revoluciones entre corazones
Partidas de dos labios sin peones
Sudores, tentaciones
Citas sin flores
Llenas de pasiones sobre parques congelados
De mirones, entre neones
Amores platónicos conformes
Camas sin treguas, sin confesiones
Soldados del amor sin fusiles
Que apuntan a dianas de corazones sensibles
Tanto a elegir
Y tú y yo aquel día coincidir
Coincidir, coincidir
(¡Eh!)
Era tu historia
Se cruzó con la mía
Tanta gente, tanta gente hay fuera
Y coincidir aquel día
Era tu historia
Se cruzó con la mía
Tanta gente, tanta gente hay fuera
Y coincidir aquel día
Hay historias de amantes en las trincheras
Que luchan en la batalla diaria de esta ciencia incierta
Buscando algún hueco de algún corazón abierto
Buscando amor...
(¡Love!)
Hey, óyeme
Tan sólo tú y yo
Tan sólo tú y yo, eh
Coincidir hoy, eh
Hey, óyeme
Tan sólo tú y yo
Tan sólo tú y yo, eh
Coincidir hoy, eh
Coincidir, coincidir
CUENTO
DEJÁ VU
Creo que está lloviendo, y ahí está ese ruido otra vez, esa ruidosa rama golpeando la ventanilla, con tanta insistencia como si clamase que despierte. Y allí vienen esos pasos otra vez, ¿es Natalia?, sí, sin duda, cómo no diferenciar ese ritmo de sus pasos al andar y el sonido rechinante de la suela de sus zapatos nuevos, de seguro viene a cambiar el suero.
-Hola buenas noches soy la enfermera Natalia y te voy a administrar suero, allá afuera están tus padres y te vamos a poner bonita para que los recibas.
Después de un breve tiempo entró mi madre y como cada día de visita no pudo contener su llanto al verme, y entre cada sollozo se escucha el crujido de la chamarra de piel de mi padre al abrazarla dándole consuelo. Se podían escuchar los susurros de los doctores y enfermeras al contemplar tan trágica escena, pues, al parecer llevaba ya mucho tiempo postrada en cama sin poder despertar, hasta que un día salí de ese sueño profundo y abrí los ojos sin poder ver nada, ni entender lo que pasaba, solo escuchaba el “beep” “beep” de la máquina dando señales de que seguía con vida y al fondo un ruido ambiental de hospital. Pasaron varios minutos y todo lo que veía era oscuridad, mis párpados no me obedecían, mis brazos y piernas no respondían, por más que gritaba mis labios y mi quijada no se movían, estaba completamente inmóvil, ¿cómo puede ser?, ¿dormida pero consciente?, ¿muerta pero con vida?, en ese momento la máquina comenzó a cambiar de ritmo, el “beep” cada vez sonaba más rápido, estaba sufriendo un paro cardiaco, entré en crisis por no saber qué sucedía, en eso varias enfermeras y doctores entraron para resucitarme, sentía que mi pecho se destrozaba por las descargas eléctricas, sentir dolor sin poder gritar, es lo más horrible que me ha pasado; después de varios intentos ese horrible sonido se comenzó a ralentizar, era tanto el dolor que hasta la crisis se disipó, volví a dormir.
No sé cuánto tiempo había pasado, volví a ser consciente, y escuché a dos mujeres susurrándose entre ellas, decían que por lo que me había sucedido era sin precedentes un milagro que siguiera con vida, que nadie dura tanto tiempo en estado de coma, -¿estado de coma? ¿yo?, ¿cómo es eso posible?, ¿cómo es que llegué aquí?. ¡ah! Ahora viene a mi mente… solo recuerdo que me encontraba con mi novio camino a casa, había pasado un día tan maravilloso a su lado, mientras él manejaba yo puse algo de música y comenzamos a cantar, tanta alegría reflejaba su bella sonrisa y su mirada. Son los últimos recuerdos que tengo de él.
Llevábamos viajando aproximadamente treinta minutos, cuando entramos a un camino algo estrecho, no sé por qué pero tenía un sentimiento que me oprimía el pecho, una sensación que me indicaba que algo malo iba a pasar, yo le dije a mi novio llamado Adrián lo que sentía, a lo que él respondió que solo era un mal presentimiento y que no le tomara tanta importancia, además de que él no iba a permitir que algo malo me pasara. Justo en el momento en que terminó de decir eso, un camión a gran velocidad chocó el auto por detrás haciendo que Adrián perdiera el control, cayendo así por el barranco que estaba al borde del camino, mientras el auto daba vueltas, por mi mente pasaron tantas cosas pero a la vez todo estaba en blanco. Terminamos de caer y un grito desgarrador salió de la boca de mi novio, giré la cabeza y ahí estaba él, empapado en sangre y comenzando a convulsionar. En mi desesperación comencé a gritar por ayuda, no sabía qué hacer, me quedé en shock, entre llanto sostenía su mano, y con el poco aliento que me quedaba le rogaba que por favor se quedara conmigo.
-Debes ser fuerte, se feliz pero por favor no me olvides, recuerda lo alegres que fuimos mientras estuvimos juntos, me dijo.
En ese momento sus ojitos se cerraron y mi corazón se partió en mil pedazos, sentía que mi mundo se derrumbaba.
No sé cuánto tiempo había pasado, y comenzaba a escuchar muy a lo lejos las sirenas de las ambulancias que venían, de pronto mi vista comenzaba a nublarse y mis ojos los sentía muy pesados, un cansancio profundo se apoderó de mí, cerré los ojos, ya no pude más, lo último que vi fue la silueta borrosa del paramédico que corría hacia mí.
Y pues, heme aquí, recostada en una cama de hospital en algún lugar de la ciudad, con mi madre y padre envueltos en llanto, poco a poco su llanto se desvanecía cuando de momento mi mamá le susurraba a mi padre.
¿Hasta cuándo Gabriel?, ¡no puedo soportar verla así durante más tiempo!
Tranquila mujer, lo sé, no pierdas la fe.
Pero es que ya ha pasado mucho tiempo, no es justo, ¿Por qué a mi hija?, era tan buena, ella no merecía esto.
No pude más, escucharlos lamentarse por mi situación me quebró.
Después entró el Doctor, y con mucha prudencia abordo a mis padres, era una escena muy nostálgica, con voz baja hizo una pregunta y alcancé a escuchar que les decía si ya habían tomado una decisión, a lo que mi padre contestó:
No Dr. No perdemos las esperanzas de que algún día despertará.
¿Qué despierte? ¡Pero si estoy aquí!, ¡estoy viva!, no importa, por más que intente gritar ellos no me escucharán, hice el máximo esfuerzo y no sé cómo, pero pude mover un dedo.
¡Está moviendo la mano! Gritó mi padre
¡Oh gracias Dios mío! Exclamó mi madre mientras se quebraba su voz.
Por un instante pude sentir su calor al abrazarme y como una lágrima salía de mi ojo provocando una cosquilla en mi mejilla, humedeciendo mi sien, fue tan bello poder sentir a mi madre, pero de repente dejé de sentir su calor y su aroma, volví a no sentir nada, hasta quedarme completamente dormida.
De nueva cuenta esa rama de la ventana me despertó, pero seguía consciente sin poder moverme, pero esta vez me sentía diferente.
¿Qué día será hoy, cuánto tiempo me abre ido?, ¿mis padres?, ¿qué será de ellos?
El miedo se volvió a apoderar de mí, solo escuchaba la maquina a mi lado y el sonido ambiental del hospital, ¿esto es un castigo divino?.
Pasó bastante tiempo y sin señales de que alguien se acercara a la habitación, después volví a dormir.
Tiempo después desperté, era la voz de otra mujer, al parecer era otra enfermera, ¿Qué pasó con la tal Natalia?
Hola soy yo la enfermera Verónica – dijo con tono empático. Te voy a cambiar el suero y te tengo una gran noticia, afuera está su hermana que viene a verla.
-¿hermana? Si soy hija única, ¿de que está hablando?
Adelante, pase, las dejo solas. Dijo la enfermera.
En ese instante una voz dulce dijo:
Hola hermana, ¿cómo estás?, ya hace mucho que no había podido venir a verte, pero no importa ya estoy aquí. Te traje flores, de las que según mamá, te gustan mucho, son gerberas.
No lo podía creer, estaba atónita, quién era esta persona que se decía ser mi hermana y que al parecer me conocía lo suficiente, fue algo muy extraño. Continuó hablando cosas de mí y de mis padres, con ello pude comprender que realmente se trataba de mi hermana aunque no me caía el veinte de que así lo fuera.
Después de haberme narrado su día y por qué se le complicó ir a visitarme se despidió y yo sin poder entender nada, lo curioso fue que hablaba de mis padres como si ya no vivieran, lo que sembró en mí muchas dudas y miedo, pues la incertidumbre de no saber de ellos me hacía sentir cada vez peor.
Pasó bastante tiempo, y despertaba pero no recibía visitas, más que las de los doctores o enfermeros, me preocupé, me sentía triste porque despertaba sin nadie a mi lado más que esa horrible máquina, grite de nuevo con todas mis fuerzas y cuando estaba a punto de rendirme mis ojos volvieron a ver, sentía como mis manos recuperaban su movilidad, comencé a llorar de emoción, pude estar consciente y volverme a sentir viva, hasta que de mi boca salió un grito de felicidad, las enfermeras que estaban afuera de la habitación me escucharon y rápidamente vinieron, pude ver sus rostros de asombro pues al fin había despertado. La noticia no se hizo esperar dentro del hospital, era un milagro, después de muchos años por fin había despertado. Conforme pasaron los días fui recuperando mi movilidad y mi salud mejoró demasiado, cada día veía más cerca el momento de salir de aquí.
Recuerdo perfectamente que cuando logré librarme de la máquina a la que me mantenía conectada los enfermeros me dieron la indicación de que debía bañarme sola, me invadió una preocupación porque muy costosamente lograba mantenerme de pie, pero me armé de valor e ingresé al baño, y tal fue mi sorpresa al mirarme al espejo, mi rostro estaba totalmente envejecido, ¡no lo podía creer!, habían pasado muchísimos años, era otra, no quedaba nada de aquella adolescente, me dolió mucho verme así, ver que esa persona no era yo, ¿Por qué a mí?, qué clase de vida es esta, le reproche a la vida, y lloraba mientras me duchaba, salí, me cambié, me recosté, solo cerré los ojos, y cuando desperté efusivamente un suspiro salió de mi pecho, pues me encontraba desvanecida en el suelo con mi novio a un costado inconsciente, pero ¿qué había pasado?, ¿había sido un sueño?, ¿es un dejá vu?, esto ya lo había vivido, de repente volví a escuchar las sirenas de la ambulancia acercándose a nosotros, y enseguida al paramédico que corría velozmente hacia mí, al llegar conmigo, mis fuerzas se agotaron, ya no pude más.
¿Todo esto habrá sido solo un sueño?.
FIN.
OBRA LITERARIA
(Una vida sin salud mental - Gonzales Alba)
Una vida sin salud mental es un libro con escritos muy íntimos de la
autora. Trata varias enfermedades mentales como la depresión, la
ansiedad no adaptativa y la anorexia, un trastorno de la conducta
alimentaria. No es una obra positivista y quizás tampoco esperanzadora,
pero es un libro que muestra lo real y lo duro que es pasar por estas
enfermedades y no ver la salida. Es un libro con el que definitivamente
te sentirás identificado si estás pasando o has pasado por lo mismo. Y
esa era la verdadera intención de Alba, que pudieses leerlo y no te
sintieras sola pero también que pudieses ver la importancia de pedir
ayuda a tiempo, aunque en ese momento ya sientas que no hay nada que
hacer.
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